Monday, November 27, 2006

Hannah Wilke, peripecias sobre el eterno femenino


En tiempos donde lo femenino parece practicarse de forma normalizada, salvo algunas excepciones, se nos aparece un poco a modo de pulpo en un garaje, la retrospectiva de una artista relativamente poco conocida en España, Hannah Wilke.

Alguien, a quien a simple vista, podemos tildar tanto de feminista, como de narcisista puede parecernos hoy en día, sin interés. Y visto así, esa crítica es posible. Sin embargo, el logro de Hannah, al margen de la belleza estética de muchas de sus obras (en bastantes, ella era la protagonista), fue documentar un tiempo de exploración y lucha, que fue posible en el Nueva York de los años 60, y 70, y su posterior evolución.

Pero la importancia de la obra de Wilke, y su muestra en España, pesa aún más porque aquellos años en nuestro país fueron diferentes. Las mujeres españolas de esos años aún tenían de referente a la nietísima, Carmen Martínez Bordiú, y lo personal más que político, era simplemente eso, personal!

Y es que por muy difícil que sea imaginar un tiempo pasado, que casi siempre se ve mejorado por la nostalgia, cuesta imaginar una escena socio-artística dominada por el comportamiento masculino destroyer de finales de los 50, de los Pollock de turno. Un momento contrastado por la aparición rupturista de artistas femeninas que con su arte proclamaban a la mujer sujeto frente a la tradicional mujer objeto. Mujeres, que usaban la autoreferencialidad que les daba el uso de su propio cuerpo para reivindicar un espacio considerado como íntimo y privado, y que no era otro, que el que la mujer ocupaba, y nadie veía. Estas artistas empezaban a usar materiales novedosos, como el latex, las gomas de borrar, y medios desligados de la tradición pictórica, por considerarla masculina y tradicional, como el vídeo y la performance, que además las permitían, gran libertad de expresión. En ese entorno, es en el que aparece Hannah Wilke.

Chicles y performances
Hannah, la mujer, nació en Nueva York en 1940 y murió de cáncer en 1993. Así se puede resumir la vida de ella y muchas otras mujeres. Que contemos con un sin fin de imágenes que testimonian su peripecia vital entre esos años, nos plantea interrogantes, explicaciones, y en definitiva la posibilidad de una historia menos perecedera.

Hannah lidió con los roles y estereotipos sobre la feminidad en el ámbito de lo social y lo político. Y lo hizo usando el disfraz como alusión a la imposibilidad de definición del eterno femenino. Véanse las fotos en las que aparece posando de formas diferentes y contradictorias, en un catálogo muchas veces usado por la publicidad hasta la saciedad, pero que ella sacaba de contexto al mirar de forma desafiante al objetivo. Se alejaba así del mundo de la publicidad, especialmente la de la época, donde la mujer era mera portadora de una belleza pasiva e ingenua.

Artista multimedia, antes de que ese concepto surgiese, Hannah practicó la fotografía, que usaba para documentar sus performances, como en las de la serie “So Help Me Hannah”, el vídeo, la pintura o el dibujo. Asímismo, usó desde los más tradicionales materiales como la cerámica, a la goma de mascar, en un afán por reivindicar lo que tradicionalmente no tenía visibilidad, la cotidianidad del universo femenino.
Los chicles, de esta forma, eran una parte fundamental de sus performances, donde pedía a la audiencia que los masticaran hasta que ya no tuvieran sabor, porque era cuando servían y pegaban, para que ella después, pudiera incluirlos en su obra. Haciendo esto, reclamaba la idea de proceso y no sólo la de tarea terminada, que era como se veía el trabajo doméstico de la mujer, como en apariencia banal, sin proceso y casi inexistente.

En definitiva, el chicle le resultaba un material-concepto perfecto, porque además ilustraba el papel de la mujer en las relaciones. La mujer como chicle de usar y tirar… Véanse las series “Starification object series”. . Algo con un fuerte sabor al principio, pero que pronto deja de gustar porque pierde sabor, y se tira. Un poco melodramático, tal vez ¿no? Pero así era el lema feminista de los 70, lo personal como político!


Hannah, ¿mujer objeto?
Fue criticada por las propias feministas de su época, por el uso de su cuerpo de forma narcisista. Ella era un bellezón, como queda patente en muchas de las fotografías de la muestra. ¡Quién sabe qué hubiera pasado, de haber tenido otro cuerpo, otro rostro!

Usó por tanto su bello cuerpo como portador de mensajes, y de esta manera su obra, puede verse como diario gráfico de la evolución física durante casi treinta años, al estilo de los realities actuales. Ella se dejaba mirar, pero controlaba la mirada que quería que se proyectase sobre ella. En este sentido nos recuerda a los personajes actuales de televisión que argumentan controlar su imagen, para dar una determinada impresión ante el público. Pero como ¡ahora todos somos mediáticamente tan sabios!

Consciente de esa sabiduría, incidió irónicamente en el rol de la mujer como portadora y no como hacedora. Una faceta ésta, la de la ironía, que se reflejó en todas sus obras, y en especial en los títulos de las mismas.

Y es que por muy poco inglés que se sepa, títulos como el de la serie: ¨Starification…, evidencian el juego de múltiples niveles interpretativos al que acostumbraba cuando ponía nombre a sus obras. La palabra “star” estrella, significa alguien famoso, pero a la vez, alguien con posibles ¨scars¨ cicatrices, el significado de la palabra en inglés.

El propio título de la presente retrospectiva del Artium de Vitoria, préstamo de Marx, Exchange Values, alude al valor de cambio, y a su vez a la necesidad del mismo, que puede significar el cuerpo femenino. El título además evidencia la atracción que las frases de doble sentido y los juegos de palabras tenían para ella. Parece decirnos, nada es tan sencillo como parece, aunque ¡también puede serlo!.

En los últimos años, Hannah representó el deterioro físico. Inicialmente en los retratos de su madre, que murió de cáncer, y posteriormente el suyo propio, (ella también sucumbió al cáncer en 1993), ilustrados magníficamente en las series ¨Intravenus. Nótese la ironía del nombre, donde se hace reflexionar sobre la fragilidad de la belleza, y la necesidad de introducir cuerpos extraños entre las venas, en un afán curativo. Esta serie, finalmente actúa como el perfecto cierre de una vida-obra a modo de foto-album, y como el legado de alguien que fue sujeto y objeto al mismo tiempo.

Esta primera exposición de Hannah Wilke en España, cuenta con 60 obras, e incluye sus primeros dibujos y esculturas, a la vez que se centra en las diferentes técnicas y temáticas que ella abordó con un sentido cronológico. Así se incluyen sus series más emblemáticas como Super T Art¨, SOS Starification Object Series¨, ¨So help me Hannah¨, o ¨Intra venus¨.

La presente muestra, en suma, opera como intento de recuperar una memoria que no tuvimos, y que al estilo de los replicantes de Blade Runner, tenemos la posibilidad de implantarnos, con la esperanza de humanizarnos y valorar una realidad a la que muchos nos despertamos un buen día, sin entender cuánto costó su conquista.

Hannah Wilke, Exchange values, está abierta al público en el Artium de Vitoria, del 5 de Octubre al 7 de Enero.

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