Tuesday, February 20, 2007

Chuck Close, tiempo bala en rostros hechos pedazos


¿Te acuerdas de la última vez en que la imagen de la pantalla se congeló en pedacitos rectangulares, separados entre sí, hasta dejarnos ver el fondo? El tiempo parecía ralentizado y con eso nos permitíamos un raro lujo, reflexionar sobre la capacidad que toda ficción tiene para absorber la realidad. Mirar así la pantalla congelada, nos arrojaba al plano de lo real, y suspendía la ficción. Menos mal, que finalmente, los pedacitos se volvían a juntar, y la imagen, a animarse. Entonces, la ficción retomaba su devenir, y con ello, nosotros, y la realidad nos volvíamos a integrar en un todo.

Este efecto de paréntesis de la conciencia, se reitera en la actualidad con relativa asiduidad cada vez que hay un fallo técnico en las imágenes digitales, y ha sido apropiado por la ficción audiovisual para ampliar su sintaxis. Véase el ¨tiempo bala¨ de Matrix, e imitadores, donde el espectador aprovecha para tomarse un respiro y un buen puño de palomitas, hasta que la pantalla retoma de nuevo el ritmo, y nos sumergimos otra vez en la historia.

Curiosamente un efecto similar a esta suspensión del tiempo bala, se reproduce en muchos de los cuadros de la exposición de retratos del artista americano, Chuck Close, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Chuck Close, sin embargo, practicó este efecto antes de que lo digital invadiera nuestra vidas, como dijo el comisario de la muestra. Close además, reivindicó algo brutalmente subversivo en la actualidad: la carencia de valor del tiempo.

El pintor fotógrafo y el fotógrafo pintor
La gente deambula por la sala Nouvel, del Reina Sofía como sonámbula, y generalmente tras una atenta observación desde lejos, se acerca a los retratos peligrosamente, llegando a menudo a rebasar la línea de seguridad que se marca en el suelo. Ensimismados, se aproximan hasta que el celador de turno, un tanto harto del tema, les llama la atención. El tamaño de los retratos de la muestra, y el carácter de primeros planos fotográficos que llegan a medir hasta tres metros de altura, y reflejan cada una de las arrugas y poros del retratado, indudablemente son los culpables de este efecto. Pero no sólo, Close nos obliga a abrir los ojos más de lo normal en unas circunstancias que no lo son en absoluto. Todo lo que aparece en sus imágenes es excesivo si se observa en la proximidad. Una perspectiva ésta que resulta demasiado real para ser real, y que abruma!

Es además muy posible que la gente que entra en la sala de la muestra, sea consciente del proceso de creación del artista, de su forma de trabajo mediante la proyección de una fotografía sobre el lienzo, previamente cuadriculado y su traslado al mismo, cuadrícula a cuadrícula. Tal vez por eso, quieran verificar la plasmación de lo real en pedacitos, hasta la distorsión y la pérdida de sentido! Y tras avanzar peligrosamente, se desplazan hacia atrás

Y es que pese a que la técnica tal vez no sea lo más importante en la obra de Close, (él argumenta que casi no se da cuenta del vocabulario empleado para contar cada historia), ésta evolucionó a lo largo de los años. Así, de contener en cada retícula un solo punto, pasó a incluir huellas dactilares, como en la magistral: ¨Fanny¨ del año 1985. De esta manera cada cuadro parece plasmar la realidad como si sólo fuera posible hacerlo mediante su construcción trocito a trocito.
De esta progresión técnica, dan cuenta en la muestra varios autorretratos de Close. Del blanco y negro que nos saluda al entrar en la sala, del año 1967-8, y que reproduce a la perfección la textura del pelo del retratado-pintado, y el reflejo del cristal de sus gafas, a los de un Close colorido, barbudo, calvo, y siempre con gafas, en varios estados de evolución física. Llaman especialmente la atención, las texturas del pelo, del humo, de los cristales de las gafas, de los retratados en las etapas iniciales. Ejemplos usados en la actualidad para venerar la calidad lograda por las imágenes generadas por ordenador, que cada vez se parecen más a las de las imágenes analógicas. Es como si Close planteara un diálogo entre pintura y fotografía, retomado ahora, por otro más actual entre imagen analógica, y digital.

Rostros conocidos
Además de autorretratos, Close, pintó a amigos y conocidos, y muchos de sus modelos están en su familia, rubricados bajo nombres familiares. Así: ¨Phil¨, se refiere a su amigo el artista Philip Glass, que como otros retratados, son en la actualidad famosos que en muchos casos eran artistas desconocidos cuando se conocieron, y con quienes el artista mantenía una estrecha relación. A la vez, los propios nombres de los retratos aluden al carácter anónimo de los rostros representados. Podrían ser cualquier hombre, cualquier mujer... Según él mismo dice: ¨Pinto a personas que me importan, con las que tengo una relación¨.

Close siempre se negó a hacer retratos por encargo, para conservar la libertad de elegir a sus modelos, y poder escoger a alguien a quien le apeteciera conocer mejor, excepción que hizo con una obra no incluida en la muestra, el retrato de Clinton. Además como él dice: …¨la gente se quiere ver sin poros dilatados y sin arrugas. Y mis retratos son implacables¨. Dice que no hace cirugías estéticas y que tal vez por ello, el 95% de su obra está en museos y no se utiliza como adorno, pese a tratarse de retratos reales.

Chuck Close tiene en la actualidad 66 años, y es originario de Monroe, un pueblo pequeño del estado de Washington (EEUU). Se doctoró en Bellas Artes en la universidad de Yale, y tras un año en Viena a mediados de los 60, acabó trasladándose a la que finalmente sería su ciudad, Nueva York. Comenzó a pintar usando técnicas hiperrealistas hasta pasar a una forma de realismo más abstracto, en las siguientes décadas.

Durante los 80 y 90 continuó experimentando con diferentes formas dentro de cada cuadrícula, introduciendo en cada una de ellas, pinturas abstractas en miniatura, que recuerdan a pequeñas amebas de colores brillantes como el fucsia, el amarillo mostaza, el violeta oscuro y el turquesa. En 1988 sufrió una tetraplegia que le ha obligado a utilizar silla de ruedas desde entonces. No obstante, continúa pintando con la ayuda de unas pinzas de bronce y un caballete móvil especialmente diseñado para él. Pero no busques evidencia en su obra, de ese ¨evento¨ como él lo llama. ¡Es como si hubiese continuado su carrera con más energía que nunca!

La exposición: ¨Chuck Close, Pinturas 1968-2006¨ se encuentra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, e incluye un paseo por todas las etapas del artista, conformando la primera retrospectiva del artista en España. La muestra abrió sus puertas el 6 de Febrero y se prolonga hasta el 7 de Mayo. ¡No te la pierdas!

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